martes, 12 de noviembre de 2013

SITUACIÓN ECONÓMICA

Bolivia presenta un rezago significativo respecto del resto de países de América Latina.
El tamaño de la economía boliviana es reducido. El PIB per cápita se sitúa, según datos del PNUD de 2007-08, aproximadamente en los 2819 dólares anuales, lo que significa que es el cuarto país más pobre del continente (después de Honduras, Guatemala y Haití), situándose en el puesto 177 del IDH (07-08). En los últimos 25 años, los progresos en salud y educación han sido significativos, no obstante, se han producido sin el corolario del crecimiento económico. La incapacidad de los logros sociales para traducirse en un mayor crecimiento económico constituyen el primer rasgo del “patrón desequilibrado de desarrollo humano” existente en Bolivia.
Desde la aplicación del ajuste estructural, a mediados de los años 80, los campesinos e indígenas, en tanto productores quedaron marginados de las políticas públicas, por ser considerados “inviables”. Los objetivos y promesas de desarrollo y mejoramiento de las condiciones de vida de los pobres no sólo no han mejorado sino que ha empeorado y la brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor, a pesar de los éxitos en los indicadores macroeconómicos. Las cifras de organismos internacionales y del gobierno nacional sobre la pobreza y desarrollo humano son contundentes. El 70% de la población boliviana está en situación de pobreza, y en el área rural, asciende al 94% (UDAPSO 1995).
A partir de 1991 se profundizaron las reformas estructurales, especialmente, con la privatización y capitalización de las empresas estatales. Los objetivos de la privatización, según el Plan Nacional de Desarrollo, eran reducir el déficit fiscal, transferir actividades productivas al sector privado y canalizar los recursos a la inversión social. Los objetivos de la capitalización eran atraer la inversión privada, a gran escala, acelerar la creación de puestos de trabajo, transferir el control de gestión al sector privado y crear un mecanismo de ahorro, a largo plazo, para redistribuir los beneficios de la capitalización en la población. Los resultados del ajuste estructural no fueron buenos para Bolivia porque profundizaron la desigualdad.
La pobreza en el campo a raíz de la baja producción, las tierras agrícolas degradadas y la proliferación de minifundios, está generando un movimiento migratorio fuerte del campo a las ciudades y al exterior (países del norte). Se estima que de los 9,2 millones de habitantes de Bolivia, alrededor de un el 36% estaría en el área rural y el restante 6% en el área urbana, frente a los 42,5% y 57,5%, respectivamente, que registraba el Censo de 1992.
La migración hacia el área urbana en gran medida se debe a que las condiciones de vida en el área rural han sufrido un deterioro generalizado. Así, la pobreza se va urbanizando cada vez más pero sin desligarse totalmente del área rural. Por ello las migraciones temporales siguen siendo importantes como estrategia de supervivencia; aunque es evidente que las migraciones definitivas han aumentado.
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El servicio total de la deuda como porcentaje de los ingresos fiscales disminuyó de 35,4% a 22,0% en el último año. La mejora significativa de este indicador se debió, ante todo, al incremento sustancial de los ingresos públicos (36,8%) en la gestión 2006, gracias a las modificaciones a la Ley de Hidrocarburos”.

La disminución de la deuda pública en el año 2006 se debe a las condonaciones de deuda externa: FMI, BM, Japón y otros, en el marco de la iniciativa HIPIC.

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